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Manabí y el cacique de Jipijapa.

MANUEL INOCENCIO PARRALES Y GUALE, personaje ilustre cuyo natalicio se conmemora en el Mes del Manabitismo.

MANABÍ Y EL CACIQUE DE JIPIJAPA

Joselías Sánchez Ramos / sjoselias@gmail.com / 2022-06-23

Hola, manabitas. La historia y el futuro de Manabí está inscrita en la memoria de su pueblo. Desde este territorio de Cancebí han surgido hombres y mujeres valerosas e inteligentes que han cambiado el curso de la historia.

En este del “MES DEL MANABITISMO” la Prefectura de Manabí, el Municipio de Jipijapa y las unidades educativas del cantón, realizaron sendos actos conmemorativos para recordar al gran Cacique Gobernador de Jipijapa, don MANUEL INOCENCIO PARRALES Y GUALE.

Lo recuerdan por su vida y por sus logros. El historiador José Arteaga Parrales lo declara con el “PRIMER AGRARISTA DE AMÉRICA”. Y la Asamblea Nacional del Ecuador, sustentado en los abundantes testimonios demostrados por el Municipio y las instituciones de Jipijapa, en una histórica resolución del 11 de octubre de 2011, lo declara: “PRECURSOR DE LA REFORMA AGRARIA Y DEFENSOR DE LOS INDÍGENAS DE LA COSTA ECUATORIANA”.

SU VIDA.

Manuel Inocencio Parrales y Guale, nace en Jipijapa el 17 de junio de 1745 y muere el 4 de mayo de 1806 en Santa Elena, a los 61 años.

Para evocar su memoria, este natalicio está inscrito en los hechos históricos del “Mes del Manabitismo”.

Inocencio Parrales y Manuela Guale son los padres de este Cacique y Gobernador del Común de los Indígenas de Jipijapa. Desde muy niño aprende a cultivar la tierra y cuidar el ganado de su familia. Una familia española observa la inteligencia y vivacidad del niño que, cada vez que los visitaba les llevaba regalos de sus tierras. Se encariñan con él y le enseñan a leer, escribir y los números.

Crece con la inquietud de la lectura y se convierte en un autodidacta precoz que se instruye con las leyes coloniales y cédulas reales con las que, los españoles del Corregimiento de Guayaquil, administran el Partido de Portoviejo.

CACIQUE GOBERNADOR.

Aquello fue visto por su pueblo que, a los 17 años (1763), lo elige, unánimemente, Cacique Gobernador del Común de Indios de Jipijapa.

En esta condición traba amistad con el cura del pueblo, Dr. Francisco Javier Ruíz Cano quien, al observar el liderazgo e inteligencia del Cacique Gobernador, lo instruye para la gran tarea de reclamar los derechos de los indios sobre el territorio de su comunidad.

El cacique junto con el Cura, formulan una primera solicitud para reclamar los títulos que protejan las propiedades ancestrales en las que vivía y cultivaba su pueblo. Señalan los siguientes sitios: Caimito, Río Seco, Las Lagunas, Río de Plátano, Ginvijal, Lodana, La Balsa, Chial, Pepita Colorada, San José y la Boca de Ayampe. Estas tierras colindaban con los Cacicazgos de Balzar, Santa Elena, Portoviejo, Montecristi y el Océano Pacificó.

Una gestión perseverante, una lucha tenaz en la que no midió tiempo ni temor ni fortuna, porque el abuso de los colonizadores españoles era atroz en sus tierras.

Su petición la hizo conocer a las autoridades de Portoviejo, Guayaquil y Quito. Todo era infructuoso y negativo por la superioridad del español frente a un indígena que habla castellano y conoce las leyes.

LA CÉDULA REAL DE TIERRAS.

Decide entonces viajar a España y exponer ante el rey Carlos III su justo reclamo, Desde 1777 realiza tres viajes a España. En uno de ellos permanece un año. El 2 de agosto de 1780, el Rey Carlos III expide la Cédula Real “Mandato de Madrid” que reconoce el derecho de propiedad de las tierras ancestrales a los indígenas de Jipijapa; en ella se enuncia que estas tierras no se repartirán ni heredarán a particulares, porque constituyen patrimonio de los habitantes nativos.

Ya en América, el Cacique Gobernador Parrales y Guale continúa con sus gestiones y logra que el 5 de agosto de 1796, el Protector de Indios de la Real Audiencia de Quito, pida al Juez privativo de tierras, que se cumpla con lo dispuesto en la Cédula Real del 2 de agosto de 1780 y se proceda a otorgar los títulos de ley y posesión de las tierras al Común de indios de Jipijapa.

El siguiente paso es la orden al Teniente Gobernador de Portoviejo para que proceda al acto de posesión de las tierras, de común acuerdo con los campesinos colindantes de Montecristi y Portoviejo.

El cacique Gobernador, Manuel Inocencio Parrales y Guale, había logrado su propósito: defender los derechos de la Comunidad Indígenas y recuperar las tierras de sus ancestros.

HOMBRE PELIGROSO

Las autoridades españolas del Corregimiento de Guayaquil y del Partido de Portoviejo, comenzaron a mirar a este Cacique Gobernador como un hombre peligroso, como un insurrecto que podía atentar contra sus bienes y su seguridad personal.

Parrales y Guale, quien aprendió a cultivar la tierra desde muy pequeño mantuvo la heredad de sus padres con extensos pastizales, sementeras de cacao y de caña de azúcar, pero su fortuna la había gastado en las numerosas gestiones y viajes que realizó para recuperar el derecho de las tierras de su pueblo.

A más de los españoles, Manuel Inocencio, comenzó a percibir la ingratitud de algunos miembros de su comunidad, entonces, como un hombre prudente y líder visionario, decidió retirarse a Santa Elena donde, a sus 61 años fallece el 4 de mayo de 1806.

MANABITA ILUSTRE.

205 años después de su muerte, el Estado ecuatoriano reconoce a este indígena, a este cholo manabita como precursor de la reforma agraria y defensor de los indígenas de la costa ecuatoriana. (Joselías, 2022-06-23)

Soy la vida hasta que muera. Historiador y cronista de Manta - Jocay, mi ciudad puerto de Manabí, Ecuador. Periodista - Docente en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador - Mis estudiantes me llaman "Maestro de la sonrisa eterna". Mi Facultad me declara "Patriarca de la Facco". Para mis lectores soy un "Diálogo con Joselías". Soy amante de la vida, río a carcajadas, con Cecilia somos una familia de cuatro hijos y nueve nietos, por ahora. Bailamos "chévere". Nací junto a las olas, vivo frente al mar, converso y río con mis padres que siguen iluminando mi vida aunque estén muertos. Mis hijos son maravillosos. Cada uno de ellos me llena de asombros. Los amigos son libros abiertos para la descontextualización de la relación humana. Proclamo la paz y respeto la diversidad.

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