LOS AMIGOS SE VAN SIN DESPEDIRSE.
Joselías Sánchez Ramos / sjoselias@gmail.com / 2021-06-11.
Los amigos se van sin despedirse. Antes de la pandemia y lo harán después de la pandemia. A veces la nostalgia carga tanto peso que necesitamos el viento del mar para esparcir recuerdos.
Así me pasó con Raúl Balda Flores. Hace nueve años, sentí el espacio del adiós para siempre. Entonces, le escribí:
Qué pesar el mío, Raúl, me siento como las tardes que se alejan, con la tristeza engarfiada en los recuerdos y el silencio que me muerde en los adentros sin balbucear siquiera mi presencia.
La cita de esta tarde, con un vaso de vino tinto y la conversación abierta para desbaratar la historia, para rehacer la memoria, para poner tildes donde hay distancias, tiene lugar en un extraño entorno donde la blancura es amarillenta en esas casas viejas de nombres añejados, de calles geométricamente recortadas, donde la gente no camina, se detiene para tejer ausencias.
Tengo un no sé qué sin réplicas. Los cuándos y los por qué sin perfiles no atinan las respuestas. La llamada timbrándome la tarde se convierte hoy en un laberinto de Dante descendiendo a los infiernos.
Nos quedamos sin concluir el discurso de Camilo Ponce rindiendo homenaje a Eloy Alfaro y la bullanguera presencia de Vicente Gorriti en las canchas del fútbol porteño. Tu socialismo cristiano en medio de una revolución ciudadana mientras Trotsky te reclama leer a Hélder Cámara para percibir a Paulo Freire y entender a Leonidas Proaño.
Marujita y Angélica te esperaron para el desayuno y llegaron las 12:00 sin tenerte cerca. Entonces te encontraron dialogando con Dios en tus adentros. Dime amigo mío, ¿por qué quisiste seguir a Horacio si él es poeta y tu melancolía es filosófica?
Desde la casa solariega mirabas la ciudad en lontananza histórica y con esa desesperación por los futuros, reconstruías el presente para hacerla más hermosa. Riguroso conversador de hechos ilustres, buscador de apellidos y noblezas en conciertos creativos con la gente de tu puerto. ¿Oceánica, por qué Joselías?
Hurgador de culturas, dime ¿con quién dialoga ahora el viento? ¿Quién repetirá las palabras de tus libros, escondidos unos, encontrados otros, que conservas con armonía exquisita?
Raúl Balda Flores, andariego de caminos silenciosos para construir presentes que eran futuros en las palabras del recuerdo, ¿quién ahora va a percibir el salto inmenso de tu ciudad amada?
Nos estamos quedando solos, Raúl, en esta vida tan maravillosa. Cuando una sinapsis de mis neuronas salte en el vacío, sé que vendrás para conversar conmigo. Entonces volveremos a repasar los editoriales, las faltas de ortografía, la sintaxis y encontraremos el Aleph de Borges repitiendo las Cartas de María. (Joselías, 2021-06-11)
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