RICARDO DE LA FUENTE, 29 DE MAYO.
Joselías Sánchez Ramos. / sjoselias@gmail.com / 2018-05-29.
Hola amigos. Mientras viajaba a Portoviejo me acordé de Ricardo de la Fuente. En esta fecha, hace tres años, su fallecimiento causó honda pena entre sus compañeros y amigos de la Facultad Ciencias de la Comunicación. Yo, uno de ellos. En aquella ocasión, para mis adentros, le dije: “Feliz viaje, te nos adelantas, una de tus virtudes, Ricardo, abriendo senderos.
Fuimos colegas en el periodismo y en la cátedra. Éramos, entonces, los más viejos docentes de la Facco. Ricardo fue un entrañable maestro de juventudes, recordado por todos, comunicador de la memoria colectiva, periodista de controversias, escritor de biografías y narraciones no dichas.
“Obligado por la tiranía de la muerte, se nos adelantó Ricardo, hombre multifacético”, lo recuerda Libertad Regalado. Doña Patricia Bustamante describe: “Vives porque te recordamos… Amigo, gran amigo, maestro, escritor, pensador sobre todo. Otro año, así pasaran y permanecerás en nuestro corazón por siempre.”
Yo recuerdo la carta que me entregó en el auditórium académico cuando se despedía de la Facco para continuar su tarea universitaria en el Departamento de Cultura. Una misciva controversial.
La Facultad Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Manta fue un gran escenario de nuestras vidas. El ejercicio del periodismo un punto de encuentro y desencuentros, él en El Diario, yo en El Mercurio. La cultura y sus entornos, un recodo para el sosiego. Recuerdo la emoción y los comentarios de los estudiantes la primera vez que proyectó “El nombre de la rosa”. Fenomenal. El maestro connotaba la comunicación, la semiótica, la evolución del modo de pensar para parir reflexiones en esos chicos que lo recuerdan como gran maestro, con gratitud y admiración.
Me encantan sus libros e historias. La tagua, una narración asombrosa, una investigación sobre la marca de Manta como “Casa tagua”, esas etapas de mi pueblo que tienen el pináculo de la economía y la ensoñación de los recuerdos. La ubico al nivel de “Sed en el puerto” (Othón Castillo) quien recoge otra página de la construcción humana de mi pueblo.
Agradezco su amistad, sus controversias, nuestras discrepancias, el coloquio con todos los decires cuando nos reunimos en su departamento donde, no sé por qué, desplegó su vida de recuerdos, su país, sus experiencias de niño, joven, estudios y protestas, hasta que, recogiendo mochila llegó a Ecuador, pernocta en Chone, permanece en Portoviejo y se afinca en Manta desde donde ya no pudo partir.
Su creatividad asombrosa. Percibo que sus hijos la han recogido.
Mientras trabajaba en EMELMANABI, hoy CNEL, fuimos la empresa pionera de la electrificación rural en Ecuador. Pedí su colaboración para enfatizar estos logros e impulsar la electrificación rural que nos exigía Manabí. En una de esas jornadas, llevamos la electricidad hasta Jama; ingenieros, trabajadores eléctricos, asesores, todos fueron al campo; el tendido se inició en Chone para cubrir Sesme, Convento y, rompiendo montañas se llegó hasta la lejana parroquia del cantón Sucre. Me presentó el folleto: “En Manabí, la electricidad llega primero que los caminos”. Lo presentamos en Quito, Guayaquil y Cuenca. Sorprendente. Nos dieron un reconocimiento. Gracias Ricardo.
Estoy escuchando otra vez a Fernando Velasco cantando, “Esta pena mía”. Sí. Esta pena mía no tiene importancia, es tan sólo un recuerdo de nuestras nostalgias, de nuestros encuentros, coincidencias y discrepancias; esta pena mía, es mía, sólo mía.
Hoy ya no miro el mar. Observo los árboles del parque Las Acacias. Hasta acá me trajo el terremoto. No puedo describir mi estado de ánimo. Me saludan Héctor, Luis, Maurilio, Ubaldo, Kerlly, mi hijo y mi hermana, no sé. Ya tengo 74 años. En Portoviejo, con Dumar Iglesias nos dimos un abrazo muy profundo; él ha superado una grave dolencia. Conozco el valor de la vida, me he vuelto amigo de la muerte. (Joselías)
0 comments on “Ricardo de la Fuente, 29 de mayo.”