Proclamación de Reinas de la Fundación Cottolengo de Manta, Ecuador.
Valeria Palau González, Reina; Marina Vera Palau, Niña reina.
Discurso pronunciado por el Lic. José Elías Sánchez Ramos
Manta, Ecuador, 2016-09-22
Señora María del Carmen Cecenti Ferrus, Presidenta de la Fundación Cottolengo.
Damas y caballeros:
Somos felices porque aquí, en Cottolengo aprendemos a morir con dignidad.
Aquí cabemos todos, los de adentro y los de afuera, los que vienen y los que se van. Todos se llevan un recuerdo imborrable.
Una parte de nosotros se va con ellos haciéndolos felices, “en ellos está la fuente de la vida y en su luz podemos ver la luz” (Salmo 36:9).
Nuestra Fundación Cottolengo es un templo de la caridad humana.
Respetable auditorio:
Vengo para proclamar la majestuosidad de una reina, vengo para proclamar la dulzura de una niña reina.
Valeria Palau González es la reina de la Fundación Cottolengo, la reina de la vida y la caridad humana, la reina de la dignidad de vivir.
Marina Vera Palau es la niña reina de la Fundación Cottolengo, la niña reina de la alegría y la dulzura, la niña reina de la caridad humana, de la alegría del encuentro con Dios al morir.
Tal vez, por ello, esta noche es diferente a las otras noches, porque aquí y ahora confluyen la vida y la muerte, la dignidad de vivir, la dignidad de morir.
La dignidad.
La dignidad es una energía, no tiene límites, es universal, es un derecho humano. El diccionario la identifica como cualidad del ser que se comporta con responsabilidad y respeto hacia sí mismo y hacia los demás, cualidad que lo hace valer como persona.
La vida.
La vida es una energía, no tiene límites, es universal, es un derecho humano. El diccionario la conceptualiza como fuerza o actividad esencial mediante la que obra el ser que la posee.
Vivir con dignidad.
Observemos que el contexto de vivir con dignidad está íntimamente vinculado al morir con dignidad.
Don Jorge Palau nos ofrece una narrativa esplendorosa de la Fundación Cottolengo, su misión y visión, su compromiso con la vida para convertir a la muerte en otro nivel de la dignidad.
En esta ligazón surge la fe, la poderosa energía de creer en nosotros mismos para aspirar morir con dignidad y el compromiso consubstancial de vivir con dignidad respetándonos a nosotros mismos al mismo tiempo que respetamos a los demás.
Morir con dignidad.
Dios, estimados amigos, Dios es la singularidad del principio, es la eternidad de la vida, eternidad que se aspira con una vida personal digna y nuestra muerte personal con dignidad.
Miremos ahora a la Fundación Cottolengo.
Su misión es salvaguardar la dignidad de la vida de los pacientes hasta sus últimos días, ofreciendo la mejor calidad de asistencia espiritual, médica y enfermerística.
En este compromiso supremo de entregar nuestra vida digna para lograr que “el otro” aprenda a morir con dignidad, necesitamos de la luz que ilumine nuestra entrega, necesitamos de la dulzura que justifique la caridad humana.
Nuestras reinas
Esa luz es nuestra reina Valeria Palau González.
Esa dulzura es nuestra niña reina Marina Vera Palau.
Marina
Niña reina de dulzura y de inocencia
Nos contagia tu sonrisa, tu donaire
Nos llena tu presencia de alegría
Tu ternura es ahora nuestro guía.
Que el sol te cubra siempre
De colores sempiternos en tu vida
Los rocíos mañaneros te acompañen
Para mitigar la sed del caminante.
Marina Vera Palau
Me acompañan el susurro de los vientos
El pequeño canto de turrengas
El volar del alcatraz en zambullida
y la espuma fresca de Manta y su bahía.
Todo me acompaña.
Y Dios, me dice que eres niña Reina
Y en nombre de todos te proclamo
Niña Reina de la Fundación Cottolengo.
(Investidura de los atuendos reales)
Alguien me ha robado la mirada,
Y me ofrece su sonrisa, su donaire.
¡Ah!, eres tú, Valeria.
Confluyen en ti todos las energías del universo
La vida misma que justifica su existencia
El amor que se traduce en entrega y asistencia
La fe que mueve montañas y mi verso.
De la Fundación Cottolengo, la luz tu eres
Para todos los cansancios, la alegría
Sonrisa frente a la muerte y sus urdideres
Caridad, esperanza, fe y parcería.
Te venimos a proclamar como Reina
Valeria Palau González,
De la Fundación Cottolengo, soberana.
De la vida, de la dignidad, emperatriz.
Reclamamos para ti
Todas las virtudes olvidadas,
de la estrella del norte guiar los navegantes,
la de amar al prójimo por sus necesidades.
Reclamamos para ti
Reina de la caridad humana
La virtud de consolar el dolor al moribundo,
la de creer en la bondad sin esperar a cambio nada.
Valeria, reina mía, reina nuestra,
Reclamamos para ti el canto de la tierra
El mar que esparce su brisa de caricias.
La oración del amanecer y el adiós de los luceros.
Reclamamos para ti la vida y su belleza
El palpitar del corazón sediento de amor
El encuentro en Cottolengo
Donde la muerte tiene la virtud de la vida eterna.
Tu belleza es la justificación de Dios para la vida.
Tu inteligencia un canto de la vida para espantar a la muerte.
Testigos somos todos
De esta soberana nuestra
Que proyecta a nuestro Cottolengo
En el camino de San Vicente de Paúl
Como templo de la caridad humana.
“Nunca más, una mujer en su sexto mes de embarazo morirá a causa de no ser aceptada en ningún hospital por padecer de tuberculosis”, relata la historia.
Si, nunca más, conciudadanos del mundo, mantenses, nunca más porque ahora Manta, la ciudad oceánica de América, tiene entre nosotros su Fundación Cottolengo, “insignes modelos de caridad social para todos los hombres de buena voluntad” como proclama el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Deus Caritas.
Aquí cabemos todos, los de adentro y los de afuera, los que vienen y los que se van. Todos se llevan un recuerdo imborrable.
Una parte de nosotros se va con ellos haciéndolos felices, “en ellos está la fuente de la vida y en su luz podemos ver la luz” (Salmo 36:9).
Valeria Palau González
Te proclamamos Reina
Reina de la vida, reina de la dignidad
Reina de la caridad humana
Reina de la Fundación Cottolengo.
Damas y caballeros
Dios colme de bendiciones a Cottolengo, y que su misión humanitaria que llena de alegría a todos los que en ella depositan sus esperanzas. Bendito seas Fundación Cottolengo y todos sus integrantes.
Gracias.
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